domingo, 13 de noviembre de 2016

Rosario dejó de demoler su memoria



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Uno de los mayores “boom” de la historia en la actividad de la construcción en la ciudad a partir de 2005 –que dio una vuelta de página en un estancamiento del sector que se extendió por casi tres décadas– también tuvo su lado sombrío: se demolieron cientos de edificios y casas de valor para la impronta local. Esa situación llevó al Concejo Municipal a trabajar durante tres años en la ordenanza 8.245/08, que examinó prácticamente todas las construcciones de la ciudad y puso freno a esa suerte de desmantelamiento arquitectónico que se dio, principalmente, en el área central. Actualmente existen en Rosario 654 propiedades catalogadas como “patrimonio histórico” y otros 400 sitios declarados “de interés”, cuyos propietarios quedaron obligados a presentar sus respectivos proyectos en el Palacio Vasallo en caso de que quieran intervenir o modificar los espacios.



Para el presidente de la comisión de Planeamiento del Concejo y ex secretario de Gobierno municipal Horacio Ghirardi, en los últimos años creció la conciencia de defender el patrimonio. “Hubo construcciones de grandes arquitectos italianos y franceses que lamentablemente a partir de mediados del siglo pasado se han demolido. Muchas de ellas eran emblemáticas y hacían a la identidad de la ciudad”, se lamentó.

El edil socialista explicó también que cada propiedad o sitio de interés tiene distintos niveles de protección de acuerdo con su importancia. “Ante cualquier obra que los modifique deben indefectiblemente pasar por el Concejo. Generalmente los cambios tienen que ver con resguardar las fachadas o preservar cuando se trata de un conjunto de propiedades, y para aprobarlo se tiene muy en cuenta el informe del área de Patrimonio municipal”, detalló.

Sobre la ordenanza

La norma 8.245 fue sancionada en 2008. Si bien no prohíbe las demoliciones, los lineamientos que establece lograron que prácticamente se dejaran de tirar abajo casas y edificios de gran importancia y valor histórico. El puntapié inicial de la norma “Inventario y Catalogación de Bienes del Patrimonio Histórico Arquitectónico y Urbanísticos de la Ciudad de Rosario” se dio a fines de 2005, con el inicio de un relevamiento exhaustivo que demandó tres años de trabajo y que definió, según señalaron desde el Ejecutivo, “la política de preservación que sustenta el municipio, al precisar no sólo los inmuebles catalogados –con sus correspondientes grados de protección– sino también las acciones específicas a realizar en todo tipo de intervención que los afecte directa o indirectamente”.

El relevamiento realizado se considera como un instrumento abierto a incorporaciones que se van efectuando a medida que se avanza en el estudio y revisión de la normativa de cada sector de la ciudad. Es así, que se suma a la ordenanza vigente la sanción en 2009 de la ordenanza 8.459 “Inventario y Catalogación de Edificios y Sitios de Valor Patrimonial del Primer Anillo Perimetral al Área Central”.

Cambio drástico

“Las demoliciones se redujeron a cero prácticamente desde que se aprobó la ordenanza en 2008. De hecho, se creó la figura de «corredores urbanos» para la construcción de edificios, como en el caso de la calle Wheelwright, y además se estableció el área de protección histórica para bulevar Oroño, en donde sólo se puede edificar hasta una determinada altura”, indicó el arquitecto Gustavo Fernetti, quien integra, entre otras cosas, la comisión que evalúa el carácter y la importancia de las propiedades, formada por representantes de diferentes organizaciones capacitadas para la tarea: los colegios de Arquitectos, de Ingenieros y Técnicos, la Universidad Nacional de Rosario y el Museo de la Ciudad, sólo por nombrar algunos.

En cuanto a los pedidos de demolición que hay actualmente, Fernetti consideró que en general se trata de construcciones de poco valor que no figuran en el mencionado Inventario. “Aunque eso no quita los lineamientos que se deben seguir en cuanto a lo que establece el Código Urbanístico en relación con los permisos de altura”, agregó.
Sobre la catalogación, Fernetti explicó que establece tres grados de protección que a su vez se subdividen en distintas categorías con respecto a las intervenciones que se pueden hacer en los inmuebles. Al respecto, recordó una obra que el arquitecto Mario Roberto Álvarez hizo en San Lorenzo entre Paraguay y Presidente Roca, en donde levantó un edificio respetando la fachada original. “De hecho casi no se percibe que hay una construcción de propiedad horizontal, y de esa manera no se perdió la perspectiva. Ese caso no estaba contemplado en la ordenanza y debió pasar por el Concejo para su aprobación”, recordó.

Otro aspecto que se tiene en cuenta es el patrimonial y si las propiedades están incluidas en el relevamiento no se pueden tirar abajo. Según ejemplificó el arquitecto, el Monumento Nacional a la Bandera se encuentra en la categoría A y por tanto es un tipo de edificio que no se puede intervenir: en caso de que necesite arreglos y restauraciones, demanda una restauración científica. Finalmente, recordó que en la década del 70 se construyeron muchos edificios por avenida Pellegrini y luego hubo un receso de casi tres décadas, hasta que en 2005 se reactivó el sector y fue allí cuando se demolieron a mansalva numerosas propiedades que fueron íconos de Rosario y ya no existen.

Tipos de áreas de protección histórica

En la ciudad están definidas diferentes áreas llamadas de “protección histórica” que representan, según explicaron desde el Ejecutivo, “distintos pasajes de la vida de Rosario, como también del desarrollo de múltiples actividades”.

Una de las zonas está marcada por un edificio o grupo de construcciones de fuerte carácter institucional como iglesias, escuelas, casas gubernamentales o sitios relacionados con la producción fabril y portuaria.
Otra de las áreas es la que se distingue dentro del ejido urbano por presentar una conformación morfológica homogénea, ya sea por la sumatoria de unidades que se construyen en el tiempo.

También son consideradas de valor histórico “aquellas que reconocen la existencia de trazas urbanas que denotan los orígenes de la ciudad como bajadas portuarias, entorno fundacional y barrios emblemáticos, entre otros”.